No es que quiera convertirme en un simple recuerdo... pero no es nada fácil sobrevivir a base de sueños.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Nunca es tarde para ponerse a pensar en frío, o lo más helado que puedas y ver, notar, apreciar y sentir como han cambiado las cosas desde entonces.
Da miedo, incluso vértigo todo esto. Cómo considerar el tiempo, los meses, los días...y sí, da vértigo verte hace un año y verte ahora. Dónde estás, cómo te encuentras y con quién. Cómo te sientes o cómo te hacen sentir.
Lo piensas por un minuto y te ríes, se te escapa esas carcajadas insonoras e indescriptibles que te llevan donde siempre, a ese lugar, más bien a esa sensación. Esa sensación solo tuya, y tan tuya que nadie comprende, ni desearía comprenderlo. Tampoco lo dejaría, ni por un momento.
Porque sí, hay veces que es imposible no poder estar bien: los míticos días grises de lluvia, que ni si quiera los pasas acompañados de palomitas y mantas porque estás hasta arriba de trabajo...pero qué más da. Qué más da si en menos de veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos va a ser otro día, qué importa si puedes hacer que sea distinto, porque lo será.
Qué más da si te lavas la cara y te miras a ese espejo que tienes en frente, que solo tú conoces y le regalas un guiño. Qué más da, qué importa si puedes ir al revés. Puedes vestirte de rayas rosas y azules e ir en zapatillas de estar por casa hasta allí. O puedes vestirte de fiesta para ir a comprar folios a la librería de al lado. O salir sin rumbo y aparecer en Sol.
Qué más da todo eso, si sabes quién eres tú.

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